El análisis de las cualidades propias de lo
humano, de su sustancia, es una preocupación que a lo largo de la historia le
ha interesado a la humanidad entera. ¿Qué nos vuelve realmente humano? ¿Qué es
lo que hace que el humano sea? El ser, según la filosofía occidental, es
aquello que tiene existencia en la realidad y que la rebasa, se vuelve
trascendente al diferenciarse de los objetos. Los humanos somos seres porque
nos diferenciamos a nosotros mismos del resto del universo.
La
inteligencia artificial ha venido a poner en duda lo que creímos que ya estaba
más que sabido. En este artículo reflexionaré acerca del concepto de
Inteligencia Artificial y su relación con lo que comprendemos como Inteligencia
Humana, su modelo, y lo que de alguna manera ha sido la base para nuestra
diferenciación entre los sujetos y los objetos. Es decir, a través de los
diferentes conceptos que definen la
inteligencia artificial, iré contrastando con nuestras ideas acerca de la
sustancia del ser humano y nuestra relación con la realidad.
El
ser humano, desde su concepción como tal, ha sentido la necesidad de modificar
el entorno a su imagen y semejanza. La humanización del mundo se da no sólo en
la robótica, también en la modificación del entorno natural, la domesticación
de animales y hasta en la necesidad de plasmar nuestra imagen en una pared de
cualquier caverna donde nos reunamos. La
robótica, como dije, ha tomado ese impulso de humanización y ha pretendido,
desde hace mucho tiempo, quizá, la animación de un ser no vivo, un golem de la
alquimia de los circuitos, la programación y la mecánica.
Si
la robótica nació como una necesidad de facilitar la actividad de los humanos
para que estos se dediquen a tareas más especializadas, la Inteligencia
Artificial también se ha convertido en una necesidad de tener un compañero que
pueda actuar y pensar como nosotros (tal vez para ahorrarnos algún día
cualquier tipo de trabajo). Pasamos de la mecanización de los antiguos oficios
en la era industrial a la sustitución del hombre en aspectos tan complejos como
el pensar. Nuestra comprensión y la necesidad que tenemos sobre la inteligencia
artificial han pasado por varias definiciones más o menos específicas
influenciadas por diferentes disciplinas, como las matemáticas, las
neurociencias, la filosofía y la lógica.
La
primer definición que me gustaría abordar es la de Rich y Knight que comprende
a la Inteligencia Artificial como el estudio de cómo hacer que las máquinas y
sus sistemas actúen como lo haría un humano, para ello el sistema debe ser
capaz de procesar el lenguaje, poder razonar, aprender y representar lo que
aprende. Una máquina que posea esta Inteligencia Artificial tendría las mismas
facultades del ser humano y por lo tanto las mismas limitaciones, lo que lleva
a la pregunta ¿Entonces, para qué crear un ser nuevo si ya existen los hombres?
Las maquinas han demostrado tener la capacidad de almacenar la suficiente
información para comprender los sonidos articulados en un lenguaje y de ahí
seguir instrucciones, como los teléfonos inteligentes; han sido capaces de
guardar información y ordenarla de forma lógica para su uso posterior, que es
una forma en la que podríamos comprender el proceso de aprendizaje; y, además,
han sido capaces de usar métodos predictivos y estadísticos a partir de una
serie de datos para poder llegar a diferentes conclusiones como lo haría el
razonamiento humano. Si esta capacidad de las máquinas no imita, pero sí se
acerca al actuar del hombre, cabe una pregunta: ¿Esto es realmente lo que nos
hace humanos? ¿Dónde está la sustancia de lo humano? El ser es una capacidad
del hombre de diferenciarse del resto del universo, pero hoy en día podríamos
pensar que difícilmente esto es una cualidad propiamente humana. La razón y el
pensamiento, si bien son procesos complejos que cuesta identificarlos en el
resto de los seres vivos, no por fuerza son exclusivos del hombre, ya que hemos
podido hacer que las máquinas emulen nuestros procesos cognitivos para poder
actuar como nosotros.
La
siguiente concepción que analizaremos será la dada por Schalkoff en 1990, quien
interpreta la inteligencia artificial como una disciplina que intenta emular y
explicar el comportamiento inteligente. Para esta última, lo importante para la
inteligencia artificial no es el proceso cognitivo en sí, si no en el
procesamiento lógico de los datos para tomar decisiones adecuadas por parte de
un ordenador. Esta corriente teórica concibe que la máquina debe ser capaz de
conseguir ciertos objetivos, dadas ciertas creencias o valores previos que
delimiten su actuar. La programación para la inteligencia artificial se basa
sobre todo en la acumulación de datos que analizados de manera lógica sean
interpretados por la máquina. Esta definición de la Inteligencia Artificial
está íntimamente ligada con la creencia moderna de la Razón, lógica y
matemática, como eje rector del actuar del hombre, de la civilización y la
sociedad. Creemos, desde hace muchos años, pero más desde el comienzo de la
Edad Moderna, que el hombre debe constituirse en un ser que actúe con procesos
lógicos, incluso si ello afecta a otros. Es la herencia del logos griego que,
pasado por la Europa medieval y la modernización de Occidente, nos hace pensar
que todo debe estar ordenado y lógico, a pesar de que la lógica sea también
humana y, por tanto, susceptible a los mismos errores.
Nuestros
logros en el avance de la robótica y la programación computacional no sólo
implican cambios en las comunicaciones y los procesos de producción, también
requieren cambios en nuestra ideología acerca de la sustancia de lo humano. Si
la base de nuestro ser era el pensamiento mismo y nuestras capacidades
cognitivas, ¿qué nos identifica ahora como seres? El hombre se ha esforzado por
humanizar al universo, sin embargo esta misma humanización ha provocado nuestra
confusión con aquel. Si ya no podemos identificarnos como seres frente a los
entes que conforman la realidad, entonces toda nuestra tradición se rompe ante
nuestros ojos. Para ello, las disciplinas filosóficas, la reflexión de lo que
somos y lo que nos constituye, deberá cobrar mayor interés, ya que saber qué es
lo que nos vuelve humanos, qué es lo que nos diferencia de otros entes y qué es
lo que nos asemeja, marca nuestras pautas de relación con ellos. En conclusión,
la humanidad entera, ante sus avances tecnológicos, deberá replantearse todo lo
que nos define a nosotros mismos, cambiar nuestro universo no sólo en
tecnología, si no en ideas.
Webgrafía:
·
Armella Villalpando, M. A., y Yáñez López M. L.
(2011). Mamíferos mexicanos en peligro de extinción. Revista Digital
Universitaria. N°. 1, (Pp. 3-10). México: UNAM. Recuperado el 10/04/15, de:
http://www.revista.unam.mx/vol.12/num1/art03/art03.pdf
·
Universidad Politécnica de Catalunya, Departament
de Ciències de la Computació, “Introducción a la inteligencia artificial”.
Recuperado el 13/06/15, de: www.cs.upc.edu/~bejar/ia/transpas/teoria/1-IA-introduccion.pdf
REFLEXIÓN
He elegido este tema porque siempre me han
interesado los temas de tecnología, los gadgets y la computación. Me parecen
sorprendentes las transformaciones que el hombre ha logrado en el mundo. Sin
embargo, también me he cuestionado por mucho tiempo nuestra necesidad de
diferenciarnos con el resto del universo. Mi experiencia como estudiante en la
Facultad de Filosofía me ha dado cierta experiencia acerca del tema, sin
embargo no había hecho nunca un texto acerca de esto.
Mi
escritura, como siempre, fue un tanto complicada de comenzar, ya que antes de
escribir suelo pasar mucho tiempo reflexionando acerca de lo que quiero hablar
y cómo puedo decirlo. Es una mezcla entre miedo a la página en blanco y la
necesidad de tener una idea clara de lo que se quiere decir. Una vez que
comienzo, escribo y reescribo algunas partes y voy construyendo el texto en un
vaivén de letras y oraciones que hacen que el proceso sea un poco largo. Sólo
logro terminar hasta que tomo cierto ritmo.